La responsabilidad de las y los profesionales de conocer y reflexionar sobre la problemática de los matrimonios forzados.
Esta semana hemos conocido que dos hermanas paquistaníes, residentes en Terrassa (Barcelona) han sido asesinadas en Pakistán, por pedir el divorcio. Habían sido obligadas a casarse con sus primos.
Tras conocerse estos hechos, el Ministerio de Interior ha informado que los cuerpos de seguridad estatales (Policía Nacional, Guardia Civil, Mossos d’Esquadra, Ertzaintza y Policía Foral) han detectado en España 27 matrimonios forzados desde 2015, 14 de los casos en Cataluña, donde existe un protocolo específico de actuación.
Esta información nos lleva a plantearnos si la problemática de los matrimonios forzados es una realidad invisibilizada en España.
Cuando hace unos meses llegó a la Federación de Mujeres Progresistas, Sadia, derivada por su profesor de la universidad, lo primero que nos trasladó fue su sorpresa por la existencia de recursos donde poder hablar sobre «un tema tan complejo y difícil de comprender, como los matrimonios forzados». Ese día nos comentó la posibilidad de que, en unos meses, tuviera que viajar a su país de origen, donde había vivido durante tres meses, de sus 23 años de vida. Nos contó que, durante mucho tiempo, los exámenes le habían ayudado a evitar el viaje, pero creía que esto ya no le iba a servir como excusa para poder aplazarlo nuevamente. Tenía miedo de que en ese viaje le obligaran a casarse.
La sorpresa de Sadia nos hizo pensar, no solo en la inexistencia de recursos especializados, sino en su reflexión sobre los matrimonios forzados como una problemática especialmente compleja que requiere un conocimiento y una reflexión profunda para poder ser abordada desde el ámbito profesional.
No podemos decir que, en los últimos tiempos, las y los profesionales que trabajamos directa o indirectamente entorno a la violencia de género, no hayamos aprendido nada sobre los matrimonios forzados. Muchas y muchos ya hemos incorporado en nuestro discurso que no solo es violencia de género el «acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad» que se ejerce sobre la mujer «por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia», sino que la violencia contra las mujeres debe entenderse como «violación de los derechos humanos y una forma de discriminación contra las mujeres».
El principal motivo de este cambio, aunque no el único, ha venido acompañado por la aprobación del Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica, hecho en Estambul el 11 de mayo de 2011, ratificado por España el 18 de marzo de 2014, conocido como Convenio de Estambul.
Otra de las cosas que hemos aprendido es que la Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, introdujo por primera vez en nuestra legislación penal el delito específico de matrimonio forzado, en su artículo 172 bis CP, en sede de coacciones, y, por lo tanto, entre los delitos contra la libertad. También, con dicha reforma, se incorporó el matrimonio forzado como finalidad de explotación en el delito de trata de seres humanos en su artículo 177 bis CP, como delito contra la a integridad moral.
También, sabemos que se está trabajando en un texto legislativo, Proyecto de Ley Orgánica de garantía integral de la libertad sexual, más conocido como la ley del «solo sí es sí», donde los matrimonios forzados son definidos como una forma de violencia sexual.
No negando estos avances teóricos y legislativos, que se han producido a lo largo de los últimos años, creemos que son insuficientes para poder decirle a Sadia que, por conocer todo esto, somos profesionales con un conocimiento y reflexión profunda sobre los matrimonios forzados.
Evolución y acercamiento a través de NO ACEPTO
Cuando arrancó «NO ACEPTO» Estudio y visibilización de los matrimonios forzados en España, nos propusimos conocer la realidad de los matrimonios forzados desde la mirada de las y los profesionales e identificar las principales barreras con las que nos encontramos. Con este trabajo descubrimos algunas de las barreras que dificultan la detección y la intervención de esta problemática:
- Percepción de los matrimonios forzados en España como una problemática ajena
- Desconocimiento de los paradigmas culturales de las comunidades donde existe riesgo de que se produzcan estas prácticas
- Dificultad en la comunicación debido a la diferencia de idioma
- Desconfianza en las y los profesionales por miedo a que la comunidad conozca no solo su situación sino el hecho de haber acudido a solicitar apoyo fuera de ella
- Carencia de recursos y de protocolos de actuación que conlleva un tipo de intervención dispar basado en el «buen hacer» del profesional
- «Miedo» a intervenir ante la falta de recursos de intervención, residenciales, alternativas, etc., que ofrecer
- Dificultad en la identificación ante la complejidad de saber si existe consentimiento o no, si se trata de un matrimonio concertado o forzado
Ante esta identificación, concluimos que era necesario trabajar de forma coordinada y construir una visión común con enfoques unificados sobre el abordaje de los matrimonios forzados. De esta prioridad, nació la Red de trabajo de los matrimonios forzados en España. Tras estos meses de trabajo de la Red, queremos seguir avanzado y construyendo espacios donde reflexionar de forma conjunta sobre esta violencia que sufren las mujeres en nuestro entorno. Nos gustaría que este blog nos acercara a «un tema tan complejo y difícil de comprender, como los matrimonios forzados».
¿Crees que las y los profesionales que trabajamos directa o indirectamente entorno a la violencia de género, tenemos la responsabilidad de conocer y reflexionar sobre la problemática de los matrimonios forzados? Puedes dejarnos tu opinión.
Beatriz Lázaro Martínez // Federación de Mujeres Progresistas